ey! tirá eso por la ventana, aquí lo incómodo no existe.
Mi hogar, mi lugar seguro, mi casa, donde soy yo, donde no existe el tiempo
Cuando era un niño, y la casa me quedaba muy grande, mi lugar seguro era la cama de mis papás, esa cama blanca e inmensa. Perfume a coco.
Ahora entiendo que no era la cama, si no dormir entre medio de ellos. El decidir compartir(me).
Conforme fui creciendo, a mi lugar seguro no lo encontraba, lo había perdido, ese espacio absoluto y sagrado se había revelado y ya no me dejaba estar cómodo ni conmigo mismo (adolecer la privacidad) Dormir con mis papás en estas épocas, hubiese sido lo contrario al bienestar del que hablo.
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tiempo
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En mi juventud, etapa que estoy atravesando actualmente, descubrí que el hogar del que hablo, es una alegoría a lo íntimo. Mi lugar seguro soy yo, y lo materializo como más cómodo lo sienta. Yo cuando estoy con alguien, yo cuando estoy en un lugar, yo cuando siento tales emociones, yo cuando, yo cuando.
Me gusta pensar en como madure, cuales fueron mis procesos, que cosas me tranquilizan y donde puedo simplemente estar, sin sentir la incomodidad con la que batallo día tras día.
Ahora mi hogar es la lámpara de luz amarilla cálida que da a la mesita de noche donde ceno cuando vuelvo de trabajar. Sobre ella hay un espejo en el que me veo. No ceno solo.
Lámpara, mesa de noche, espejo.
Es loco como mutaron mis lugares seguros.
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