vetusto y plomizo.
Entre una caterva de superficiales e idénticos adolescentes, estaba él.
Yermo.
Su nombre significa despoblado, estéril, soso y tedioso.
Yermo es lánguido y callado. Toca el clavecín, y una que otra vez se anima a experimentar con la loopera y los distors.
En cuanto a su aspecto da el efecto de estar en sepia, es anticuado y su ropa es de cortes rectos y limpios.
Pelo engominado por supuesto. Usa boina para no dejar lucir algunas canas que le empezaron a salir.
Es culto por demás.
Su vida está en mute. No es sarcasmo ni ironía. Disfruta del silencio desolador.
Su piso es minimalista, casi rozando lo pobre y básico. Su escritorio tiene lo esencial.
Es un aficionado de la limpieza y de mantener todo muy cuidado. Carente de polvo
Sus instrumentos están cubiertos con un forro plástico y brillan de lustre.
Los fines de semana el mismo se exige salir. Todo un desafío.
¡Oh dios que engorroso es ser joven!
Le incomoda la vida en sociedad, no comprende los comportamientos pubertos de la gente que ya está alcanzando los treinta.
Y como de costumbre, termina en la misma confitería venida abajo, sentado solo en la barra con un vaso de vermut lleno de plantas aromáticas, una birome y sus hojas ya pentagramadas.
Torna a su depa al primer bostezo.
Se toma sus vitaminas y suplementos, tararea mientras se pone el pijama, y se duerme con la ventana abierta de par a par.
Gris
Ocre
Marrón
Anaranjado y rojizo oscuro
Saturación débil.
¿Yermo?
Yo creo que me interesaría en él. (apreciación personal)
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